LA HISTORIA DE LA VIRGEN

Estando el rey Ramiro I a punto de batallar en Clavijo contra el musulmán Abderramán II y temiendo como es lógico a tal enfrentamiento, se encomendó junto con los monjes; poniendo así todas sus esperanzas, a la Virgen que se encontraba en el desaparecido monasterio de San Prudencio de dicha localidad situada a 17 kilómetros de Logroño.

Milagrosamente, con la intercesión de la Virgen, que contó con la ayuda de Santiago Apóstol según cuenta la leyenda; salió victorioso de tan ardua contienda el 23 de mayo del año 884.

A partir de ese momento, según un voto de la ciudad de Logroño que se registra desde el siglo XII, se instauró de forma obligada una peregrinación anual y en el día citado, al monasterio para dar gracias por dicho acontecimiento y en la que el pueblo logroñés; entre otros, participó asiduamente hasta la desaparición del templo a causa de la supresión de órdenes en 1837. 

Entonces es cuando la imagen de la Virgen que fue concebida en el siglo IX y sustituida en el siglo XIII debido a su deterioro, se trasladó a la iglesia de Clavijo donde permanece hasta nuestros días; pero ya la eminente devoción de los logroñeses a La virgen de la Esperanza, hizo que estos mandaran modelar una figura a la imagen y semejanza de la original y la quisieran venerar en la Iglesia de Santiago el Real de Logroño.

Aunque de antiguo venía el amor por la Virgen, fue en el año 1521 cuándo volvió a ser invocada para ser de nuevo mediadora en el asedio de los franceses que la ciudad sufrió; y de la que a pesar de contar como firmes defensores, en su mayoría ciudadanos lejos de estar habituados a participar en batallas, como eran las gentes sencillas, comerciantes, campesinos, mujeres, niños… Y sin contar con arma alguna que los enseres caseros y herramientas de campo; valientemente y con la inminente ayuda de la Virgen, supieron salir airosos de ese gran apuro al que se vieron sometidos y con el que consiguieron también salvar al resto de Castilla de la invasión.

La Virgen de la Esperanza, llevó antiguamente el apodo de “La Toledana”, por haber sido en el Concilio de Toledo, donde se fijó el día 18 de diciembre para la celebración del día de la Esperanza. Aunque la talla fue restablecida en varias ocasiones, la última restauración se produjo en el año 1950.